GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Irónico que mientras el presidente Martín Vizcarra ofrece aseguramiento en salud para todos los pobres del país y hacemos cola en París para entrar al exclusivo club de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en el interior del país decenas de neonatos mueren por falta de equipos médicos nada sofisticados como son las incubadoras, en hospitales públicos a los que acuden los peruanos más necesitados.

El problema adicional es que ahora nadie asume su responsabilidad por las muertes de estos pequeños en ciudades como Chiclayo, Arequipa, Huancayo y Trujillo; ya que, mientras desde los gobiernos regionales culpan al Ministerio de Salud, en Lima los funcionarios de esta cartera y sus amigos de la prensa y las redes sociales señalan que las administraciones locales son las que están a cargo, y que son estas las que deben de responder.

Si esto último es verdad, habría que ver entonces para qué sirve el Ministerio de Salud, su titular y todos los funcionarios que ocupan un amplio local en la avenida Salaverry. ¿Solo para ver lo que sucede en el Loayza, el Dos de Mayo y el Casimiro Ulloa? Acá nadie puede zafarse de la responsabilidad por estos hechos que jamás deberían suceder en un país civilizado donde el Presidente, en su mensaje por 28 de julio, se dio el lujo de ofrecer salud para todos por cuenta del Estado.

En muchas oportunidades, el presidente Vizcarra ha ofrecido construir nuevos hospitales, así como mil colegios durante este año. Sin embargo, sería mejor que antes se asegure de dotar a los actuales centros de salud, en coordinación con las administraciones regionales, de los equipos necesarios para salvar vidas y no tener que lamentar decenas de muertes que pudieron ser evitadas con un poco más de responsabilidad y empatía con el ciudadano de a pie.

El drama de los neonatos fallecidos en el interior del país le ha estallado al Gobierno en la cara, y debe de hacerle ver que existen prioridades que se deben atender y no pueden ser dejadas de lado por la bronca del día a día, el discurso fácil, el cálculo para ganar réditos políticos y el anuncio demagógico sin sustento. Y, a propósito, ¿no dicen nada los “defensores de los derechos humanos”?, ¿por qué tan mudos?