El país se encuentra sumido en una gran crisis sanitaria y económica. Todos queremos salir de ella si caer enfermos ni ver afectados a nuestros familiares. Sin embargo, nada aportan aquellos indiferentes e irresponsables que no acatan las disposiciones destinadas a evitar contagios y contribuir a que la dura situación se vaya superando.

No puede ser, por ejemplo, que a un año del inicio de la pandemia, siga habiendo gente en las llamadas “fiestas covid”, o bañándose en las playas La Chira o Pescadores de Chorrillos o en la ribera del río Rímac. Esto solo en Lima. Sin embargo, en diferentes regiones el panorama no es muy distinto.

Desde ayer han sido levantadas algunas restricciones, más por un tema económico que sanitario, y si la gente no pone de su parte la cosa podría ponerse peor, lo que nos llevaría a un nuevo confinamiento como el que acabamos de padecer en febrero.

La segunda ola está en un momento crítico a pesar de algunas cifras esperanzadoras. Debemos insistir en los cuidados, y no ser tan irresponsables como para exponernos y exponer a nuestras familias a cambio de unos momentos en la playa, el río o en una fiesta prohibida.