El gobernador de La Libertad, César Acuña, suele hacer noticia en todo el país por sus “frases célebres” y sus enredos verbales que en algo alegran la alicaída política peruana, también por su bancada parlamentaria que ni siquiera controla, por su alucinado ego que lo lleva a presidir la ceremonia de colocación de una estatua en su honor y por su vida de patriarca de lo que él cree que es la “familia real” de Trujillo y alrededores.
Sin embargo, más allá de la payasada, el meme y la burla, sería bueno poner luces en que la jurisdicción que maneja Acuña desde inicios de este año se encuentra en medio de un tremendo caos, principalmente por la ola de violencia que se traduce en asesinatos, robos y extorsiones. A eso se suma el desmadre de la minería informal que opera en la sierra de La Libertad y que hace poco ha provocado la muerte de nueve trabajadores de minera Poderosa.
Es verdad que Acuña es gobernador desde este año, pero también es cierto que entre 2014 y 2016 ocupó ese mismo cargo que abandonó para postular a la Presidencia de la República, y que antes fue alcalde de Trujillo por dos periodos. A eso se suma que en los últimos casi 20 años, su partido ha manejado las principales alcaldías provinciales y regionales de La Libertad, y ha tenido una importante representación por esa jurisdicción en el Congreso.
Hoy Acuña no hace una gestión eficiente, pues los funcionarios que nombra no le duran y no hay eficiencia en el gasto a poco de la llegada del fenómeno El Niño. Y como si fuera poco, en los próximos días saldrá de vacaciones por una semana gracias a los votos de sus consejeros que habría que ver en qué realidad viven. Sí, el gobernador se irá a descansar unos días fuera del país mientras su región está en crisis y se hunde en el caos de la inseguridad.
A Acuña hay que dejar de verlo solo como un personaje pintoresco, para comenzar a cuestionarlo con seriedad, pues su trabajo es muy deficiente por más que su equipo de marketing trate de vender otra imagen. Lamentablemente, los liberteños se dejaron llevar por una campaña millonaria y lo eligieron otra vez como su principal autoridad local, a pesar de que en dos décadas él y su partido han mostrado pésimas gestiones. Un caso digno de estudio.