Inseguridad: alto a la hipocresía
Inseguridad: alto a la hipocresía

Las escenas televisadas del asesinato del director del Colegio María Montessori de San Juan de Lurigancho me hicieron recordar las dantescas imágenes que nos dejó el terrorismo senderista y emerretista. Y, por cierto, la misma sensación de dolor e impotencia.

Lima vive hoy en el terror. Pasaron siete ministros del Interior en este gobierno, de todos los estilos y tamaños, y la sensación ciudadana es que este problema ya rebasó la capacidad del sistema convencional de control de la criminalidad. Y es porque no nos enfrentamos a una delincuencia tradicional, del mismo modo que con el terrorismo de izquierda no confrontamos a combatientes convencionales.

Es un mito que el crecimiento económico genera necesariamente más delincuencia. Lo que ha hecho crecer es la acomplejada e hipócrita actitud del Estado al no aplicar todas sus armas legales para enfrentarla, producto de la penetración ideológica de izquierda que marca que toda aplicación dura de la ley es sinónimo necesario de abuso. El resultado es un sistema judicial permisivo -y hasta protector del delincuente-, un sistema policial atado de manos por temor a represalias legales y, por supuesto, impunidad para que la criminalidad actúe a sus anchas.

Por eso, es necesario enfrentar este hecho admitiendo que tenemos que hacer algo más como sociedad para acabar con este flagelo. Y no se resolverá con “marchitas por la paz” ni “lavados de bandera”. Paremos la hipocresía. Algunas respuestas tomarán tiempo: mejoras educativas, adecuaciones de leyes y tribunales o modernización de las fuerzas policiales. Pero las urgencias obligan, en paralelo, a tomar medidas extraordinarias inmediatas que pueden, en apariencia, percibirse como duras y, en algunos casos, hasta dolorosas.

Una de estas medidas sería permitir que las Fuerzas Armadas apoyen a la Policía. En EE.UU., la Guardia Nacional sale usualmente cuando en cualquier Estado de la Unión se desborda la protesta civil. En Honduras, el presidente Juan Orlando Hernández promueve la creación de la Policía Militar de Orden Público y ha planteado que se decida vía plebiscito. En Guatemala, las Fuerzas Combinadas de Seguridad, compuestas por efectivos del Ejército y de la Policía Nacional Civil, han mejorado la seguridad en dicho país. No es nada nuevo.

La otra medida es permitir que la misma gente se defienda a sí misma como pueda, dentro o fuera de la ley. Puro instinto de supervivencia. Cuando se acaban las respuestas oficiales, surgen las respuestas privadas. ¿Queremos llegar a eso?

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