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Paul Johnson escribió un libro impagable titulado Intelectuales, en el que disecciona la vida de muchos de los supuestos apóstoles de la razón falsamente progresista que se presentan como los guías morales de la humanidad: Rousseau, Marx, Sartre, etc. Efectivamente, en tiempo de paz y más en época de guerra cultural, los “intelectuales” intentan desempeñar su rol de guías sociales presentando sus ideas como innovaciones reformistas o revolucionarias. Aunque proclaman independencia, los “intelectuales” del falso progreso no son almas libres en busca de la justicia, son reos de la ideología. Han reemplazado a los sacerdotes en su papel de profetas de la verdad revelada. Ahora, los “intelectuales” crean su propia verdad, que difuminan en un ambiente de creciente relativismo. Por eso se desdicen y equivocan con frecuencia.

No han faltado los intelectuales en nuestro país que se han dedicado a aconsejar a los peruanos sobre las bondades de tal o cual candidato. La mayor parte de ellos, adscritos a la izquierda o al liberalismo posmoderno, apostaron por Toledo, Humala, Villarán y PPK. Luego, al igual que los “intelectuales” de otras latitudes, denunciaron haber sido traicionados y culparon a los que no piensan como ellos de mala voluntad. La capacidad de los “intelectuales” para culpar al prójimo es infinita. Aunque la historia y la realidad los contradicen, los “intelectuales” construyen una “narrativa” que transforma la historia en “memoria histórica”, esto es, en la interpretación de la realidad, no en la realidad per se.

Mucho de lo que está sucediendo en el país se debe a estos “intelectuales”. No son maestros de la verdad. Son profetas de la mentira y el odio.