Lo que viene sucediendo en el Ministerio del Interior desde hace once meses, ilustra muy bien la ineptitud, irresponsabilidad y precariedad del régimen del presidente Pedro Castillo, quien tiene abandonado un sector que debería estar atendiendo las 24 horas del día una de las más grandes demandas de los peruanos, que es la lucha contra la violencia callejera que a diario se traduce en asesinatos, robos, extorsiones y agresiones a mujeres.

El profesor Castillo llegó al poder y lo primero que hizo fue poner en el Ministerio del Interior a un fiscal en funciones que ni siquiera había renunciado al cargo. Me refiero a Juan Carrasco, quien al poco tiempo se fue sin pena ni gloria. En su reemplazo fue puesto Luis Barranzuela, el gran amigo de Vladimir Cerrón y Guillermo Bermejo, un policía en retiro con un pasado turbio y dedicado a promover la siembra de hoja de coca, que en un 90 por ciento sabemos muy bien a dónde va a parar.

Al final, armó una jarana prohibida y tuvo que irse a su casa. Iban dos ministros en el sector Interior y no se movía un dedo en la lucha contra la inseguridad. El tercero fue Avelino Guillén, a quien solo se recuerda por haber nombrado prefectos y subprefectos con pasado cercano al Movadef, y por estar ahora arrepentido de haber sido parte del gobierno de un personaje como Castillo, quien desde un principio se sabía que era un cero a la izquierda en capacidad de gestión, liderazgo y honestidad.

El cuarto ministro del Interior fue Alfonso Chávarry, el que dejó que el premier Aníbal Torres insulte a la Policía Nacional a través de una radio colombiana, el que mandaba policías con escudos y varas a impedir el trabajo de los periodistas que buscaban declaraciones del presidente Castillo, y a quien nadie toca ni con el pétalo de una rosa por los muertos que hubo en las protestas y movilizaciones de fines de marzo e inicios de abril de este año. Sin duda un hombre con suerte, hasta ahora.

Finalmente vino Dimitri Senmache, el que jamás admitió su responsabilidad política en la condición de prófugo de Juan Silva, quien amenaza con hablar y tumbarse a varios, entre los que podría estar el mandatario. Van cinco ministros del Interior, y cero gestión a favor de la seguridad ciudadana. Todos estuvieron metidos en líos y tratando de sobrevivir, en lugar de trabajar. Sin duda alguna, el gran responsable de este desastre que cuesta vidas es el presidente Castillo, quien debería irse ya.