Hasta hace una década, el sur del país registraba un alto déficit de vías de comunicación, problema que no permitía a los pueblos integrarse y responsable del atraso en que estaban.

Una de las realidades más palpables es lo que pasaba con Puno y Madre de Dios, cuyas vías de comunicación resultaban todo un riesgo para quienes intentaban trasladar sus mercaderías a los diferentes mercados. Esto cambió con la puesta en funcionamiento de la carretera Interoceánica, que une el sur del Perú con Brasil y considera 2600 kilómetros.

Como siempre, este tipo de proyectos que son necesarios e integradores tuvo que esperar treinta años en la agenda bilateral, pues a lo largo de la historia se presentaron diversos impasses que se fueron superando hasta que en el 2010 se puso operativa. El desarrollo de los pueblos por donde pasa esta vía binacional es fantástico y con ello se dio una verdadera inclusión social en favor de miles de pobladores.

Recordar en qué gobierno se hizo el proyecto es un poco difícil para los pobladores, pero lo real y concreto es que existe dicha carretera integradora.

La semana que pasó, el presidente Ollanta Humala estuvo en Islay para inaugurar la vía Mollendo-Quilca, trazo que es la continuación de la Costanera, la misma que años atrás se inició para unir Tacna con Ilo y después con el Valle de Tambo.

Estas dos vías, sumadas a la Panamericana Sur, son dos caminos integradores en beneficio de Tacna, Moquegua, Puno, Madre de Dios, Cusco y Arequipa.

La puesta en operatividad de las referidas vías ha cambiado el modo de vida de los lugareños, quienes hoy en día ya no se sienten marginados y olvidados.

Aún quedan otros proyectos que urgen y requieren concretarse para seguir integrando a los pueblos.