El 28 de julio de 1984, el presidente Fernando Belaunde Terry, en su Mensaje a la Nación desde el Congreso de la República, anunció que las modificaciones en el trazo de la Carretera Central, para que sea a prueba de huaicos y se descongestione, podrían estar en el verano de 1985.
Han pasado 37 años y no ocurrió nada extraordinario para solucionar el álgido problema de esta vía que conecta a Lima con el centro del país. Llegaron nuevos presidentes y prometieron cumplir con las demandas de la población; pero hasta ahora nada. Prefirieron invertir en vías poco transitadas como la Interoceánica, con todas las implicancias de escándalo por corrupción que tuvo esta obra mayúscula.
Ante la llegada de las fiestas navideñas y de las temporadas de lluvia en la región central, es evidente que el tráfico vehicular colapsará, como tantas veces. Debido a la carencia de obras para ensanchar la Carretera Central o construir vías alternas eficientes, el Gobierno emitió un decreto supremo que declara de interés nacional y necesidad pública la intervención del Ministerio de Transportes y Comunicaciones en la Carretera Central, a través de medidas de gestión de tránsito para mitigar la congestión.
Una de las alternativas planteadas por el ministro Bruno Giuffra es restringir el horario de circulación de los camiones. Según los estudios respectivos, a fin de año, la vía central alcanzará un Índice Medio Diario Anual (IMDA) de aproximadamente 7 mil vehículos, que pone en emergencia no solo el transporte de personas sino también de alimentos y mercancías desde el centro hacia la capital y viceversa.
Es urgente solucionar este problema y las autoridades tienen la palabra.