La aguda crisis política que vive el país tras la segunda vuelta electoral, que hasta el momento no arroja resultados definitivos en medio de las dudas que deja el accionar del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), no puede llevar a las agresiones físicas y verbales como las que hemos visto en los últimos días, especialmente contra las autoridades a cargo del proceso que no termina.

Lo último lo hemos visto el sábado que pasó, en que el jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (Onpe), Piero Corvetto, denunció haber sido objeto de una agresión verbal y física dentro de la sede Chorrillos del Club Regatas “Lima”, algo tal inaceptable como las manifestaciones que se han hecho tanto en la puerta de la casa de este funcionario como en la del presidente del JNE, Jorge Salas Arenas.

En Correo condenamos este tipo de actitudes, vengan de donde vengan, como en su momento criticamos actos similares cometidos contra el expresidente Manuel Merino y el expremier Ántero Flores-Aráoz, al igual que la agresión sufrida por el excongresista Carlos Tubino, quien fue atacado con un cono de plástico, algo que en su momento muchos aplaudieron e hicieron objeto de sorna.

Lo peor que le podría pasar a nuestro golpeado país en estos momentos, sería que la pugna política tras la segunda vuelta electoral conduzca a agresiones de cualquier tipo. Esto resultaría inaceptable y debería merecer la condena de todos los que creemos en la democracia y la tolerancia, eso que jamás han permitido los gobiernos totalitarios.

TAGS RELACIONADOS