Como en 2014, una nueva propuesta de Egipto para conseguir el alto el fuego entre Israel y el Hamas, que controla la Franja de Gaza desde el 2006 en que ganaron las elecciones parlamentarias, ha empezado a aplicarse desde las cero horas de hoy, viernes 21 de mayo, luego de 11 días de intensos bombardeos recíprocos que han producido 235 muertos palestinos y 14 israelíes. En realidad la detención de las hostilidades se ha debido al peso y gravitación decisivos de Estados Unidos, seamos claros. Israel ha asentido, dado que en la víspera, el presidente Joe Biden, había llegado a comunicarse telefónicamente con Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, y el general  Abdelfatah Al-Sisi, presidente de Egipto, amén de las presiones de los países de la Unión Europea, y de naciones islámicas como Emiratos Árabes Unidos y hasta Catar, que comenzaban a recibir presiones del propio mundo árabe. Israel sabe que su extraordinario poder militar tiene un techo en el problema de fondo con el Hamas al que termina imponiéndose. Por más que fueron 4 mil cohetes los disparados por el Hamas hacia territorio israelí, la comunidad internacional percibe una suerte de enfrentamiento entre David y Goliat, y eso no era bueno para Israel. En adición, está la preocupación de Washington de que la normalización política conseguida por Israel -con su apoyo-, con algunos países árabes como Marruecos, Emiratos, Bahréin y Sudán, podría verse afectada por la arremetida en Gaza. Aunque no la creo, Israel tenía mucho que perder por eso aceptó el alto el fuego exigido por la Casa Blanca y hecho visible por El Cairo, que conserva el monopolio diplomático árabe. Israel ha actuado con sensatez -Netanyahu se ha vuelto a empoderar- y el Hamas ha aceptado la tregua porque está desgastado. En efecto, en la Franja de Gaza, la población palestina -cerca de 2 millones- está cansada del Hamas pues no puede salir de la caótica situación en que se encuentra, y fuera de allí, respecto de Cisjordania, donde se halla el gobierno de Palestina, con Mahmud Abás, a la cabeza, las rivalidades de la milicia con Al-Fatah, parecieran inacabables, alejando el objetivo de la unidad palestina que vuelve a los árabes de este país muy vulnerables frente a Israel. Veremos qué sigue.

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