GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

En este Perú cada vez más polarizado, el debate acerca de la designación de la congresista Tamar Arimborgo como presidenta de la Comisión de Educación del Congreso se ha simplificado de manera absurda. Hoy, lo único que pareciera importar es si quien preside dicha comisión está o no a favor del enfoque de género en el currículo escolar.

Que un congresista desapruebe el enfoque de género no lo descalifica a secas. En una democracia, tener puntos de vista distintos sobre un tema tan crucial como la educación es algo esperable. El problema, sin embargo, surge cuando quien estará a cargo de esta mesa de trabajo no cumple el más mínimo estándar de calidad, independientemente de su postura política.

Arimborgo no solo ha demostrado una falta absoluta de rigor científico -algo imprescindible en materia educativa- con declaraciones que colindan con el delirio (“el enfoque de género puede causar sida y cáncer”), sino que sus propios credenciales educativos están en duda.

Como bien apuntó en Twitter el profesor Marcel Velásquez, Arimborgo es abogada por la Universidad Particular de Iquitos, un centro educativo que, para la Sunedu, simplemente no existe. Además, su hoja de vida consigna también un diplomado en la Global Gateway University, que -como señala Velásquez- funciona en un departamento en el distrito de San Borja.

A pesar de que estos hechos son de conocimiento público, la designación de Arimborgo ha sido férreamente defendida y aplaudida por el simple hecho de su conocida oposición al enfoque de género. “Con fe y determinación, somos más del 80% de peruanos que no queremos ideologías depravadas de ningún tipo”, tuiteaba, por ejemplo, el usuario @IuliusAlfonsus en respuesta a la congresista.

Como alguien que cree en la necesidad de incluir el enfoque de género en el currículo escolar, el hecho de que un legislador conservador presidirá la Comisión de Educación siempre será, para mí, una mala noticia. Sin embargo, como alguien que cree también en la democracia y el debate, comprenderé que no todas las designaciones serán de mi agrado. Lo que no es discutible, sin embargo, es que Tamar Arimborgo ha demostrado una escandalosa falta de autoridad en temas educativos. Su designación como presidenta de la Comisión de Educación, por ende, no solo es preocupante, sino sumamente irresponsable por parte de quienes allí la colocaron.

TAGS RELACIONADOS