Ayer escribía en este espacio lo surrealista que resulta ver peleando a instituciones del Estado como el Poder Judicial y la Municipalidad de Comas, para poder concretar la demolición del infame mausoleo senderista en un cementerio. Hoy, la misma situación absurda se da en los supuestos intentos que hace el Perú por lograr la extradición del expresidente Alejandro Toledo, acusado de recibir una coima de 20 millones de dólares.

En las últimas horas, hemos visto que el Ministerio Público acusa al Poder Judicial de deficiencias, inacción y hasta dolo en el trabajo, mientras la segunda de las instituciones mencionadas dice que la Fiscalía ha formulado mal la acusación, todo esto mientras en California, el prófugo Toledo debe estar matándose de la risa al ver cómo los señores magistrados se enredan entre ellos y no logran el cometido de traerlo al Perú con grilletes en las manos.

Todo esto se da en un contexto en que cada día aumenta más la percepción en la calle de que el gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski, si bien no debería tener nada que ver en el trabajo de jueces y fiscales, es el primer interesado en que todo se dilate para que jamás traigan al chakano, quien habría sido sobornado por la constructora Odebrecht cuando el actual mandatario era ministro de Economía y Finanzas, en la década pasada.

El caso de Toledo tiene una connotación especial no solo porque se trata de un expresidente que se encuentra en calidad de prófugo, sino porque hace varios años la justicia pudo haber pedido su detención, si se tiene en cuenta que desde inicios del año 2013 quedó claro que no tenía forma de justificar su abultado crecimiento inmobiliario. El hombre tuvo el tiempo necesario para salir del país con toda la calma del mundo y mantenerse hasta hoy en California.

Ahora, los peruanos tendremos que esperar a que jueces y fiscales, que en teoría deberían jugar en el mismo equipo para sancionar los delitos de toda índole, se pongan de acuerdo para tener al menos las esperanzas de que algún día Toledo será traído al Perú, a fin de que responda por los 20 millones que el máximo responsable de Odebrecht en el Perú afirma que le dio luego de regatear, pues el chakano habría querido 36 millones para su bolsillo.

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