La población del Perú es relativamente joven todavía y eso impulsa nuestro desarrollo económico. Cuando un país envejece, ya no le queda el impulso de la juventud para seguir creciendo y debe depender cada día más de la tecnología, algo que escasea en la mayoría de los países de América Latina. El Perú tiene por delante todavía 15 a 20 años con una población relativamente joven: esto se llama el “dividendo demográfico”, ya que una población joven no tiene que soportar una gran cantidad de gente ya madura que no trabaja y por consiguiente depende de sus hijos o del Estado. Hoy en el Perú solo 9% de la población tiene más de 60 años de edad, pero en 20 años esa proporción aumentará a casi 15%, mientras que en los países europeos la proporción está más cerca del 25%, creando así pesadas cargas sociales.

Todo esto nos dice que el momento para acelerar las reformas que necesitamos para el desarrollo económico es ahora. No podemos esperar. La reforma más importante es crear las oportunidades de trabajo bien remunerado, con beneficios sociales, para la juventud que entra a la fuerza laboral cada año. Cada año necesitamos más de 300,000 nuevos puestos de trabajo remunerados. Lamentablemente, por causa de la inmensa informalidad que reina en el Perú, casi no estamos creando puestos de trabajo con beneficios. El crecimiento económico, que iba bien hasta el año 2013, se ha frenado, y las últimas cifras muestran que casi no se están creando nuevos puestos de trabajo formales en este momento. Urge un cambio, para no frustrar a la juventud, la cual es la esperanza económica y social del Perú.

Hace tiempo venimos diciendo que urge lanzar un programa de reactivación económica junto con un plan práctico de creación de empleo. ¿Cuáles serían las principales medidas?

1. Con la baja de los precios de nuestras principales exportaciones mineras, tenemos que promover nuevas actividades. Se habla mucho de diversificación, pero se tiene que concretar más. Para mencionar solo un ejemplo, un sector que ofrece inmensas posibilidades, cuya dimensión se podría duplicar en cinco años, es el turismo. Necesitamos más infraestructura básica, mayor seguridad, y podríamos generar una inmensa oferta de empleo formal en varios centros turísticos del Perú, incluyendo Lima con su gastronomía, el eje Arequipa-Titicaca-Cusco-Machu Picchu, desarrollo de nuevos centros turísticos, como Choquequirao en Apurímac y Kuélap en Amazonas y el circuito arqueológico del norte. Entre otros, el “turismo médico” es otra gran posibilidad y también hay buenas posibilidades en el turismo local, como por ejemplo los visitantes chilenos a Tacna, en muchos casos para tratamientos médicos.

2. El Perú es aún hoy el país cuprífero más competitivo en el mercado mundial. A pesar de los precios algo deprimidos del momento, aún podemos producir rentablemente en las actuales circunstancias. Se debe hacer un esfuerzo grande para promover el desarrollo de varias de las grandes minas ya bien conocidas. Evidentemente, se necesita un “adelanto social” de inversión inicialmente estatal en las zonas de futuras minas, no solo en inversiones básicas de infraestructura (colegios, agua, salud, caminos), sino también en la muy necesaria inversión ambiental. Para mencionar solo un proyecto, el de La Granja, en el norte de Cajamarca, habría una inversión de más de $10 mil millones, incluyendo un nuevo ferrocarril a la costa y el nuevo Puerto Eten, cerca de Chiclayo. El proyecto está avanzando y se podría lanzar en los próximos 18 meses. Este es solo un ejemplo de varios proyectos que podrían desarrollarse en los años inmediatos.

3. Es fundamental facilitar la incorporación de las pequeñas y medianas empresas a la formalidad, para que puedan tener acceso al crédito y crear trabajos formales con beneficios. Las medidas son obvias: un trato tributario mucho más fácil y amigable, reducción del impuesto a la renta para estas empresas cuando se formalicen, con un crédito tributario por cada puesto de trabajo que creen. Reducción gradual de la tasa del IGV y un cambio en las normas tributarias para que las empresas que reinviertan sus utilidades en nuevos proyectos puedan gozar de una tasa tributaria reducida: este sistema ha funcionado muy bien en países tan diversos como Irlanda, Polonia y nuestro vecino Chile en el pasado.

Hoy en el Perú solo 5 millones de trabajadores tienen beneficios, de una fuerza laboral de alrededor de 17 millones. Es uno de los países más informales de América. Ningún país ha llegado a la modernidad con tanta informalidad. Y lo peor es que esta situación impide que los jóvenes consigan trabajo bien remunerado porque hay una gran masa de trabajadores informales que trabajan por sueldos bajos y así deprimen las remuneraciones. Al final, todos perdemos.

Mucho se dice que se debe esperar un nuevo gobierno. Quizás. Pero por mientras se deben discutir los grandes lineamientos de una reforma fundamental, que incorpore al sistema crediticio y tributario a las decenas de miles de pequeñas empresas que hoy no tienen acceso al crédito y tampoco a la tecnología.