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La agenda política nacional se ha fujimorizado, y no es para menos. El partido que lidera la oposición en el Congreso está sufriendo un duro revés interno y externo, lo que finalmente terminará afectando al país, a menos que su lideresa Keiko Fujimori empiece a poner orden en casa.

Importa el manejo de Fuerza Popular porque, indudablemente, tiene a cargo la Mesa Directiva del Legislativo, así su presidente, Daniel Salaverry, haya pedido una licencia partidaria para mantener la “independencia” de la institución, y sus decisiones influyen directamente en la población.

Es difícil concebir que Fuerza Popular no continúe manejando el Parlamento. Sin embargo, si las pugnas internas de dicha agrupación se acrecientan sin sensatez ni intervención directa de su lideresa, la batalla podría llegar a afectar el control de dicho poder del Estado.

Salaverry ha dado un paso adelante con su decisión de independizarse de la bancada que controla Úrsula Letona. Sin embargo, la contratación de Walter Jibaja, quien perdió el cargo de jefe de seguridad del Congreso precisamente por orden del titular de dicha institución, podría ser una señal de que el desencuentro interno se ha exteriorizado.

Esperamos que, por el bien del país, Fuerza Popular modere sus pugnas internas, o, al menos, que estas no influyan en la administración de un poder tan importante para el interés nacional. En su papel de presidenta de la agrupación que controla el Congreso, Keiko Fujimori debería calmar las aguas.

Así el panorama, y si el lío legal de Keiko Fujimori no revierte, el Parlamento seguirá padeciendo por el pleito interno de sus miembros.