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A una semana de realizada la segunda vuelta, que finalmente arrojó como nuevo presidente del Perú -por escaso margen- a Pedro Pablo Kuczynski, es hora de ensayar algunos consolidados y resultantes.

Respecto de PPK se pueden decir muchas cosas, pero lo más resaltante, a nuestro entender, es que apeló a las reservas de energía física en el tramo final, cuando la contrincante arreciaba, para aparecer como un candidato con más temple, lúcido, sólido, contestatario, ilustrativo, convincente, didáctico.

La frase “Tú no has cambiado, pelona, sigues siendo la misma”, en respuesta a un ataque inicial de la postulante de Fuerza Popular, advertía de un Kuczynski decidido a jugarse la vida por el sueño de instalarse en Palacio de Gobierno que la ONPE acaba de certificar.

Sobre Keiko, la derrota debe saberle a amargura total, porque ha quedado flotando en el aire la sospecha de que los 73 partidarios que ingresaron en el nuevo Congreso fueron mucho premio electoral tras las acusaciones y revelaciones que envolvieron a su entorno al final de la campaña y que no supo resolver con propiedad.

Ella misma, con dos intentos fallidos, tendrá que pensar si cabe buscar un nuevo espacio y tiempo para volver a la carrera presidencial o, como ya se escribió, si cede la posibilidad reclamada por su hermano Kenji Fujimori.

Por lo demás, en términos económicos, la pérdida también debe sumar varios ceros y no deben faltar los que se arrepientan de haber apostado sus fichas a ganador por ella.