Resultaría interesante ver a Kenji Fujimori fuera de los linderos de Fuerza Popular. Aunque asegura que no ha pensado en esa posibilidad, políticamente se conformaría un escenario con señales de peligro al interior del partido “naranja”.

1. Seguramente, Keiko se libraría de la gran piedra que lleva en el zapato, pero cuidado que el engreído de Alberto Fujimori, con todos sus bemoles, puede arrastrar una diáspora incontrolable, y la mayoría que la candidata ostenta en el Congreso de la República terminaría diseminándose.

2. Y el asunto se pondría más expectante si -en el ínterin- el expresidente Fujimori es, finalmente, indultado por Pedro Pablo Kuczynski. Irrefutablemente, todos los aplausos y méritos caerían sobre Kenji, porque ha sido evidente la lucha en solitario por ver libre a su progenitor.

3. Sus visitas a Palacio de Gobierno tuvieron como objetivo madurar la idea con PPK. Recuerden además que en una ocasión Kenji, el legislador más votado, cuadró a toda la bancada (y, por extensión, a Keiko) para que ayude, con mayor entereza, a sacar de la Diroes al exmandatario. Hasta gritó: “Yo (sí) amo a mi padre”, indirecta que muchos asumieron como dirigida a su hermana.

4. De manera que la lideresa de Fuerza Popular y sus subordinados, algunos de lenguaje demasiado ofensivo, léase Héctor Becerril y Lourdes Alcorta, deben analizar estratégicamente si quieren a Kenji en la otra orilla, desde donde no solo podría lanzar avioncitos de papel sino también disolver el poder de Keiko y hacerse del liderazgo del fujimorismo con el apoyo del padre del cordero, precisamente: Alberto Fujimori.

Corren las apuestas.