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Hong Kong, la península más próspera financieramente de la región asiática, ha rugido. Desde que culminó la ocupación británica, hace 19 años, las manifestaciones de protesta han remecido a toda China las pocas veces que se han producido, sobre todo cuando directa o indirectamente se ha querido cambiar las reglas del principio de contar un país con sistemas. Lo voy a explicar. En la última semana se ha producido una multitudinaria salida a las calles de sus habitantes -son en total 7 millones- para impedir que prospere un proyecto que permite extradiciones hacia Beijing para el juzgamiento. Las autoridades chinas deberán en adelante examinar sus intenciones, porque Hong Kong es bastante peculiar. A pesar de que cuenta con más libertades que otras partes del país, la gente se siente incompleta. Ello debido a que sus habitantes están acostumbrados política y jurídicamente a otro modus vivendi. En efecto, la particular vigencia de Hong Kong con el famoso principio de “un país, dos sistemas” fue una creación de Deng Xiaoping, el líder chino que desde una visión realista acuñó la prosperidad de una China a finales del siglo XX con la célebre frase “No importa que el gato sea blanco o negro, mientras pueda cazar ratones, es un buen gato”. Y ya sabemos cómo le ha ido a China en los últimos años, una de las economías más prósperas y solventes del planeta, pero que mantiene un régimen político cerrado sin democracia. Si en adición a esta realidad Beijing busca controlar la administración de justicia en Hong Kong, las complejidades van a surgir casi en forma automática. Hong Kong tiene el status de región administrativa especial con un régimen aduanero y comercial enteramente capitalista. Así fue acordado, pero nada más. Hong Kong, con aproximadamente 6200 habitantes por km2, es una meca financiera que merece las dos cosas: libertad con democracia, pero además con la actitud pétrea para que no les cambien las reglas jurídicas, pues solamente querer hacerlo produce en el imaginario de las personas que estarían en China, promoviendo una interferencia en el paquete completo de lo que Hong Kong entiende por libertad.