Qué ganas de alborotar el gallinero de Pedro Pablo Kuczynski. Ahora ha vuelto a la carga con el tema del indulto a Alberto Fujimori. La verdad es que el mandatario recurre a esta maniobra política cada vez que está en problemas, pero esta vez como que se le ha pasado el tiempo de reacción.

La salida de Alberto Fujimori es un as bajo la manga que tal vez no lo beneficie frente al público que lo llevó al poder, pero sabe que puede agitar el corral con tan solo mencionar la palabra indulto.

Hemos visto la manera cómo puede jugar que Fujimori deje el penal por razones humanitarias. Para el lado de Kuczynski, en vez de aquietar el ambiente del fujimorismo más bien puede originar un cotarro en la facción de Fuerza Popular, donde se mezclan los albertistas con los keikistas.

Tal vez pueda originar una división entre los naranjas, pero creo que ha dejado pasar mucho tiempo y Keiko ya ha ordenado la casa con la finalidad de no perder muchos adeptos si es que su padre deja la prisión.

Es así que si el expresidente sale por la puerta grande puede que algunos, como su hijo Kenji, se alineen a las nuevas políticas del fujimorismo, así como algunos otros que están de invitados por la venia de padrinos albertistas.

Por eso creo que Kuczynski no va a ganar más simpatía con el fujimorismo si es que ofrece el indulto al precursor del partido naranja. A lo mucho logrará que Kenji sea su nuevo ppkausa.

Tampoco parece una medida muy popular para el público que votó en contra del fujimorismo. Porque Kuczynski debe saber bien que no ganó por su simpatía, que no alcanzaba ni el 30% de los electores, sino por la antipatía a la postulación de Keiko.

Lo mejor que puede hacer el presidente es hallar otra fórmula de convivencia con el fujimorismo, tal vez ceder algunos ministerios en su próximo anuncio del 28 de julio.