Mientras el país es golpeado por los fenómenos naturales, la crisis política, la inseguridad ciudadana y la violencia contra la mujer, hay un enemigo silencioso que en los últimos meses va avanzando peligrosamente: la anemia infantil. En el 2022, 18 de 25 regiones registraron aumento de esta enfermedad en niños y niñas menores de 3 años, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Un dato que revela lo mal que se conducen las políticas públicas del Gobierno para atacar estos males que afectan directamente al futuro de los peruanos.
En los últimos años, la crisis económica y el aumento de la pobreza han generado este triste panorama. Es evidente que la desastrosa gestión presidencial de Pedro Castillo nos ha llevado a estos resultados. Solo queda revertir esta situación. El gobierno de Dina Boluarte tiene esta titánica tarea. Si no tiene más argumentos que culpar a los que estuvieron antes, solo demostrará que hay una debilidad intrínseca en su régimen para resolver este problema. Ya es momento de implementar acciones consistentes para cambiar esta terrible realidad.
Párrafo aparte merecen los gobiernos regionales y locales. También de ellos depende la reducción de la desnutrición infantil. Sus autoridades ya cumplieron 100 días y es momento de prescindir de las quejas y ponerse en modo ejecutivo. Ya es tiempo que la indignación que les permitió ganar votos se transforme en un insumo para tomar decisiones y combatir la anemia.