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La situación del Perú parece ingresar a una nueva etapa, esperamos que más que diferente, mejor. Las últimas encuestas exponen resultados que grafican este rumbo y que generan gran expectativa. El presidente Martín Vizcarra es apoyado por la mayoría del país. Las cifras no son tan elevadas como las de Pedro Pablo Kuczynski (de 61% a 70% de respaldo en su primer mes en Palacio de Gobierno); sin embargo, es positivo que la aprobación refleje una tendencia, que, de sostenerse, podría significar la estabilidad y el éxito del nuevo gobierno.

Luego de la sucesión de acontecimientos que dejó muy debilitado al Ejecutivo, es necesario un golpe de calidad de Vizcarra y que acompañe el esfuerzo técnico de todo su equipo ministerial.

Es evidente que las cosas en nuestro país solo podrán cambiar con transformaciones profundas, con decisiones trascendentales para cumplir con las demandas de la gente y también para acabar con la corrupción. Por eso, hay que ir mucho más allá de un simple cambio de apariencia en el Gobierno.

Lo positivo, al margen del apoyo de los peruanos y de la clase política al Mandatario, es que los gestos de Martín Vizcarra reflejan su cercanía con los problemas de la mayor parte de los peruanos. Irradia mucha energía. Esperamos que ello sea equivalente a eficacia para concretar planes de crecimiento económico y un proceso de desarrollo que incluya la satisfacción de las necesidades de las mayorías y la profundización de la democracia.