El pedido de vacancia presidencial muestra más un revanchismo político, una pataleta de quienes perdieron las elecciones, que madurez de un Congreso por devolverle la calma al país. Si se trata de sacar al jefe de Estado por incapacidad moral o permanente, entonces con frecuencia nos hubiésemos quedado sin un mandatario.
El control político que ejerce el Parlamento no puede reducirse a promover una solicitud para dejar sin cabeza al Ejecutivo. No tenemos ni cuatro meses de este nuevo gobierno y ya se quiere sacar a las patadas a Pedro Castillo, quien nos guste o no ganó la segunda vuelta electoral y le corresponde el puesto.
Estamos de acuerdo con que el presidente se equivocó desde el inicio, con un gabinete ministerial parchado entre la inexperiencia y la vulgaridad. De igual manera, ha tenido reacciones lentas frente a las irregularidades detectadas entre sus altos funcionarios, como lo ocurrido con su secretario general.
Al Legislativo no se le discute los pedidos de interpelación a los ministros; es más, creo que han mostrado lentitud, como en el caso de Transportes y Comunicaciones, Defensa y Educación. Tampoco se le cuestiona que generen debates sobre temas ideológicos porque es parte de la democracia en la que vivimos.
Fuerza Popular ha demostrado estar detrás del pedido de vacancia, aunque haya sido una parlamentaria de Avanza País quien promueva la salida de Castillo. Y es que hay un tufillo de piconería grosera por perder las elecciones que no cesa, sino que está a la expectativa, como ahora.
En fin, considero que el Congreso ha disparado su bala de plata, y es que declararle la guerra al Ejecutivo en tan poco tiempo nos recuerda los inicios de la era PPK. Difícilmente habrá retorno, se afianzarán las disputas y dada las condiciones dudo que alguien cumpla su mandato.