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Ahora resulta que la enfermedad Guillain-Barré es consecuencia del sucio ambiente en que vivimos. Ha comenzado a presentarse en La Libertad, pero ahora tenemos casos en todo el norte del país, zona donde las calles no son precisamente un espejo. Para reiterarlo, la basura nos está ganando la batalla.

No sabemos qué hacer con el tratamiento de desechos. Hay poca capacidad de gestión en las municipalidades, entidades encargadas de velar por la salubridad de los ciudadanos. Ojo que el servicio no es gratis. La gente paga por el mantenimiento de las calles, pero esta labor es muy deficiente.

Precisamente, en Trujillo, los trabajadores ediles que deben recoger la basura abandonaron sus puestos en rechazo a la privatización del servicio a cargo del consorcio Trujillo Limpio. Durante varios días, las vías permanecieron sucias y tuvieron que intervenir la Contraloría, Defensoría y el gobierno regional.

Aunque por motivos distintos, ahora Piura atraviesa una situación similar. Cerca de 500 toneladas de basura están regadas en las calles ante la vista y paciencia de las autoridades municipales. El alcalde Oscar Miranda no ata ni desata, y como tal vez el periodo se le acaba, la ciudad sigue languideciendo.

Ni qué decir de Chiclayo, cuyo distrito José Leonardo Ortiz fue declarado en emergencia sanitaria por los cerros de basura que llenaban sus principales arterias. Lo mismo pasa con ciudades menos preparadas como Tumbes, en donde hubo un tiempo en que los desperdicios eran recogidos en motos de carga y sus carros recolectores no pasan de media docena.

Tampoco es coincidencia que hasta en Chimbote haya dos casos más del bendito Guillain-Barré. Pacientes importados o no, lo que importa en realidad es que mientras continuemos conviviendo en un basural, las personas seguirán adquiriendo raras enfermedades mortales. Este es el caso.