La butifarra fue el símbolo del caudillismo clientelista, hoy lo es el sobre con dinero o los víveres o los regalos con que los candidatos pretenden voluntades y votos. La nueva ley electoral les pone fin con su art. 42, que ya dejó fuera a César Acuña y aún amenaza a Keiko Fujimori. No porque el JEE haya fallado con nocturnidad a su favor se descarta que el JNE ponga la ley donde el JEE puso el temor. Lamentable instrucción moral en un proceso donde el caos reina y la anarquía amenaza; ni ley ni instituciones dan confianza, factor fundamental de la legitimidad. La democracia es lesionada cuando el derecho y la ley se acomodan a las presiones, dando paso a la turbiedad o a las denuncias de fraude que deslegitiman los resultados posibles. La butifarra convertida en guillotina. Muy bien para eliminar la tara del clientelismo -en la que el fujimorismo fue imbatible campeón-, mal si no se aplica a todos por igual.

Y la comparsa sigue, ahora viene PPK. Así la víspera del 10 de abril nos encontrará en la incertidumbre, entre el rechazo y la apología que ocuparán las calles poniendo la indignación en el lugar del debate. No hay democracia sin información sobre planteamientos y propuestas de los candidatos. No hay sustitutos de un electorado informado, más allá de los sondeos y encuestas de opinión posicionados como fundamentales; el corazón de una campaña política es la comunicación. Pedir el voto es la esencia de la política electoral y también del ejercicio de gobierno. Pero en una feria de antivalores, la honestidad, la veracidad y la coherencia que se refieren a cumplir promesas y justicia han desaparecido del escenario. A quién se le ocurriría reclamarlas si lo que impera es la grita a favor y en contra, el agravio y el dicterio. Y si quieren algo formal, la tacha y la impugnación, el fallo y la sentencia. Desapareció la racionalidad ideal del proceso democrático. La polarización agrava el cuadro. No habrá elección razonada e informada. Con tan poco tiempo, la butifarra puede guillotinar la democracia. Tendremos otro 5 de abril que se anuncia con rebeldía, indignación y emociones que, en lugar de ayudar, pueden precipitar violencia y malas decisiones. Cuidemos la democracia.

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