Hoy en día la palabra “político” debe significar para un 99% algo así como delincuente.

Alberto Andrade iba a ser presidente, pero la maquinaria demoledora de Montesinos lo aplastó. Apareció Luis Castañeda y tuvo el mismo final. Entonces, Alejandro Toledo surgió como el salvador.

Se convirtió en el líder de la resistencia, prometió rescatar la democracia secuestrada por Fujimori-Montesinos, luchar contra la corrupción, y logró la Presidencia del Perú.

Es verdad que todos somos inocentes mientras no se pruebe lo contrario, pero las evidencias y testimonios embarran a Toledo de pies a cabeza. Veamos.

Un brasileño de Odebrecht que se ha acogido a la delación premiada ha dicho que a través de Dan On (el israelí que fue su jefe de seguridad y que tuvo 4 millones de dólares en su cuenta y los transfirió a Israel) pidió 35 millones de dólares como coima por la Interoceánica y los brasileños le ofrecieron 20; luego le transfieren una gran cantidad a Maiman (el amigo millonario de Toledo) a una cuenta en Gran Bretaña; y posteriormente el mismo Maiman, a través de una cuenta offshore en Centroamérica, le “presta” millones a la suegra de Toledo, quien rápidamente compra una lujosa casa en Las Casuarinas en 4 millones, una gran oficina en San Isidro en 1 millón, y paga las hipotecas de sus casas de Camacho y Punta Sal.

Con todos estos hechos, el juez podría dictarle orden de captura en cualquier momento.

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