Ahora que se acercan las elecciones y todos los candidatos a la Presidencia y al Congreso buscan llenarle el ojo a los electores con la eterna promesa de erradicar la delincuencia y la violencia que nos golpean en las calles, sería bueno tener cuidado con esos personajes que todo ofrecen en la materia, pero que a la hora de la verdad no saben qué hacer frente a la delicada situación, tal como ya hemos visto en el pasado, en que nos dejamos embaucar.

Ayer en Trujillo, un grupo de choferes de vehículos de transporte público ha paseado por la Plaza de Armas el ataúd con los restos del último de sus colegas asesinados por no pagar cupos a las bandas de extorsionadores. El reclamo iba contra el alcalde provincial, Elidio Espinoza, un coronel en retiro de la Policía Nacional que ganó las elecciones del 2014 ofreciendo poner mano dura contra el hampa. Han pasado ocho meses y no hay resultados en la capital liberteña.

Si ampliamos el espectro, vemos que en el 2011 la mayoría de peruanos votó por Ollanta Humala, quien se valió de su pasado como militar para venderse como la solución contra la delincuencia. Esto resultó un tremendo fiasco, pues vamos por el sexto ministro del Interior del humalismo y hasta ahora no hay resultados sensibles a la población. Hace tres noches, un ciudadano murió tras ser arrojado de un puente al tratar de evitar el robo del teléfono celular de su esposa.

Es casi un hecho que para el 2016, todos los candidatos vendrán con sus planes y propuestas bajo el brazo para ganar votos con la promesa de erradicar la delincuencia, que ahora ni siquiera nos deja ir tranquilos a un restaurante. Sin embargo, hay que tener cuidado con los palabreadores, cuenteros y demagogos que serán capaces hasta de traer al excomando estadounidense que mató a Osama Bin Laden para que dé una conferencia en su local partidario y trate de sorprendernos.

El problema de la seguridad es muy delicado como para estar jugando con él. Exijamos propuestas serias y responsables, y no mamarrachos como los que nos ofrecieron antes. Cómo olvidar cuando vi a Humala en la Plaza de Armas de Trujillo, de pie en la tolva de una camioneta en movimiento, diciendo que si ganaba las elecciones, desde el 28 de julio de 2011 se acabarían las extorsiones. ¿Habrá votado por Ollanta o por Elidio Espinoza el chofer cuyo cuerpo fue sacado ayer a las calles?

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