La crisis con Venezuela por el retiro de la invitación a Nicolás Maduro a la VIII Cumbre de las Américas, en Lima, se ha ido de las manos a la canciller Cayetana Aljovín. Dijimos que nunca debió ser desinvitado, pero se hizo ninguneando las reglas, usos y costumbres propios de estas megareuniones de jefes de Estado y de Gobierno. El pésimo manejo de Aljovín -sus recientes entrevistas en medios escritos y televisivos la desnudaron por completo- ha sido aprovechado al máximo por la cancillería chavista, siempre asesorada por la cubana. Eso explica por qué el canciller llanero Jorge Arreaza, alertado de la vulnerabilidad de su homóloga peruana y de contar con asesores incapaces y timoratos en Torre Tagle, no lo pensó dos veces y el último domingo le remitió una carta, tan formal como la torpe desinvitación a su presidente, prácticamente retando a la soberanía peruana y al propio presidente Kuczynski. Maduro, que es impredecible, si decide venir y le fuera impedido pisar suelo peruano, con escándalo de por medio, podría terminar agudizando una crisis que nunca debió darse e incluso comprometiendo nuestras relaciones con otros Estados afines al chavismo, como Cuba, Bolivia o Ecuador, que faltando dos meses para la Cumbre ya han cuestionado el tremendo error de Aljovín. La canciller, que ni siquiera entendió el apoyo al Perú del secretario general de la OEA, Luis Almagro, en su visita relámpago a Lima, debería ser interpelada por el Congreso de la República para que responda si es verdad o no que Rex Tillerson, el secretario de Estado de EE.UU., condicionó la llegada de Donald Trump a la Cumbre a la desinvitación de Maduro, o para que diga si realmente fue unánime el apoyo de los países del Grupo de Lima a la burda decisión peruana, como la ministra dijo. En política internacional en crisis hay que cambiar rápido a los actores visibles convertidos en interlocutores no válidos, como está pasando con Aljovín. Solo así podrían recomponerse las piezas y procesos para una cumbre que, de caerse por la inasistencia de Trump, será letal para el propio Kuczynski.