El viernes último hemos publicado en Correo una nueva columna del vicealmirante en retiro Javier Bravo Villarán, quien una vez más y con justa razón, exige al Ministerio de Relaciones Exteriores que de una vez y sin dilaciones, retire la Orden El Sol del Perú que en su momento se dio al expresidente argentino Carlos Saúl Menem, el mismo que nos dio una puñalada por la espalda al venderle armas al Ecuador mientras sostenía un conflicto armado con nuestro país en el verano de 1995.

Hoy que soplan nuevos vientos en el Ministerio de Relaciones Exteriores con la llegada del canciller Mario López Chávarri, quien ha trabajado en el Ministerio de Defensa junto al hoy premier Pedro Cateriano, es momento de acoger el pedido del mencionado marino y columnista de este diario, que lleva varios años dedicados a exigir que se honre la memoria de los caídos en el Cenepa a través del retiro de esa condecoración que no debe de estar en día más en manos de Menem.

Durante cuatro meses las actividades de la administración pública han estado o paralizadas o dedicadas a atender la emergencia sanitaria que sigue tan latente como en marzo. No había otra alternativa. Sin embargo, el pedido del vicealmirante Bravo Villarán no puede seguir más tiempo metido en el cajón de algún escritorio de Torre Tagle por más situación crítica que vivamos. Se trata de un justo clamor que, por su parte, el presidente Martín Vizcarra debería impulsar.

Hoy Menem es un anciano de 94 años. Pese a ello, nuestro país, en un gesto patriótico que sin duda será aplaudido por todos los peruanos, debe proceder ya a anular esa condecoración que es la máxima que entrega el Perú. Irónicamente, la Orden El Sol del Perú que ostenta ese mal argentino que nos jugó sucio mientras éramos atacados, fue creada por el libertador José de San Martín, quien el 28 de julio de 1821 declaró nuestra histórica hermandad entre el Perú y Argentina no tendría por qué verse afectada con el retiro de la condecoración a Menem, quien más bien se ha convertido en un oscuro y profundo bache en los lazos que unen a ambas naciones. En estas Fiestas Patrias, el mejor homenaje a los que combaten en primera línea al COVID-19, debería ser despojar al expresidente argentino de un reconocimiento que no merece por haberse puesto del lado de quien en 1995 era nuestro enemigo.