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Las declaraciones de Jorge Barata ante el Ministerio Público sobre los aportes de Odebrecht a las campañas presidenciales de Alejandro Toledo, Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski, Alan García y Ollanta Humala han causado revuelo en nuestro país. Pese a que allegados a estos líderes políticos tratan de desvirtuar las revelaciones diciendo que se necesitan pruebas pero no dichos y que el exfuncionario de la empresa brasileña no es el pontífice de la verdad, lo cierto es que una vez más el sistema político del Perú quedó desacreditado, rumbo al abismo.

Los políticos y sus portavoces han salido a protegerse con versiones como que si no hay datos que confirmen las delaciones, estas no sirven para nada. Por el contrario, el fiscal superior Rafael Vela comentó que las versiones de Barata fueron un “testimonio sumamente relevante y muy importante”. Así, queda claro que los fiscales cuentan con elementos de juicio para tener la foto completa de este caso tan importante en la historia de nuestra república.

Es complicado todo, ya que no existen documentos para probar estas confesiones de Barata y es muy difícil que tanto las acusaciones fiscales como los procesos judiciales terminen en prisión efectiva para los excandidatos presidenciales y el actual presidente de la República; sin embargo, todos ellos quedarán muy afectados políticamente. Están desvalorizados y el vínculo de confianza con la gente está roto. De esta forma, todas sus actuaciones futuras quedarán en entredicho. Su pésima imagen y su falta de jerarquía no permitirán remontar este panorama.