En las últimas semanas, a los antivacunas se ha sumado un nuevo grupo de personas que reniegan del uso de mascarillas.

Pareciera que a estas personas poco o nada les importa que en el país exista una segunda ola de infectados y que ya se hayan reportado hasta tres casos de la, más contagiosa y letal, variante británica del virus.

Mientras ellos niegan estos hechos, a diario reportamos que en el país quedan cada vez menos camas UCI para atender a los casos de infecciones más graves. Todos conocemos a alguien -o lo hemos vivido en carne propia- que recorrió varios hospitales buscando estos espacios para que algún familiar reciba tratamiento y logre vencer a la enfermedad o tuvimos que hacer largas colas para conseguir oxígeno medicinal.

Un ligero atisbo de esperanza se vislumbra con el anuncio de que el sector privado se ha comprometido a trasladar el primer millón de vacunas que el gobierno adquirió al laboratorio chino Sinopharm.

El consenso general es que este lote sea utilizado para inmunizar al personal que está en la primera línea de la lucha contra la enfermedad y mientras llegue nuestro turno de ser vacunados, debemos extremar las medidas de prevención. La pandemia seguirá si no nos cuidamos.