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Es de esperarse que en estos momentos, la Comisión de Ética Parlamentaria deje de lado la frase “Otorongo no come otorongo” y esté alistando ya la investigación respectiva a la congresista fujimorista Esther Saavedra, quien el martes último agredió en la sede del Poder Judicial de Tarapoto al periodista Edgar Alarcón, y “ordenó” a los policías que la custodiaban que detengan al hombre de prensa, quien sin razón aparente terminó en la comisaría.

Parece que la legisladora “naranja” y antes humalista, famosa por los gritos que pega en el pleno al momento de hacer uso de la palabra, no perdona que dicho periodista haya hecho una investigación que concluyó denunciando que la señora mintió en la hoja de vida que presentó al Congreso, pues habría serias dudas sobre la veracidad de sus certificados de estudios primarios. La agresión fue con un fólder y luego con sus manos.

Pero lo grave acá no solo es la actitud de esta congresista, que aporta certeramente al desprestigio del Congreso y de su bancada, sino que los agentes policiales que custodiaban a Saavedra hayan detenido violentamente al periodista y lo hayan llevado a una comisaría. ¿Cuál fue el delito cometido por Alarcón al momento de acercarse y grabar a la legisladora en un local público, como es una sede judicial donde se lleva a cabo una audiencia?

Los policías de todas las jerarquías deben actuar con criterio y apego a ley, y no pueden proceder ciegamente por más que la autoridad a la que custodian les dé una orden. Los agentes se deben a los ciudadanos y a la legalidad, y no a los caprichos de algún personaje de por ahí. El Ministerio del Interior y la Policía Nacional deberían explicar qué ha pasado acá, pues la detención del periodista parece ser una arbitrariedad, razón por la cual horas más tarde fue liberado.

Horas después del ataque, la congresista ha pedido, vía Twitter, disculpas a todos, menos al periodista agredido, luego de aparecer internada en una clínica de Tarapoto aduciendo taquicardia. Sin duda, acá hay un caso para la Comisión de Ética Parlamentaria, que ojalá haga ver a esta señora que no está en su chacra como para agarrar a golpes a quien le dé la gana en complicidad, lamentablemente, de un grupo de policías a los que debería investigarse.