Como estaba previsto, ayer se instaló en el Congreso la comisión “Lava Jato” y ojalá que esta vez sí el grupo de trabajo dedicado a investigar el caso de megacorrupción protagonizado por constructoras brasileñas llegue a buen puerto y permita conocer información relevante, a diferencia de lo sucedido en el quinquenio parlamentario anterior, en que lo más importante quedó refundido en algún cajón por razones que ojalá alguien pueda explicar.

Sin duda el Congreso está en deuda con los peruanos con respecto a este tema, pues todo el trabajo que se hizo al final del quinquenio anterior de poco o nada ha servido, pese a que el grupo encabezado por Juan Pari llegó a conclusiones importantes que muy pocos conocieron, lo que a más de uno podría llevar a pensar que hubo gente interesada en blindar a posibles responsables de este escándalo que salpica a tres gobiernos entre 2005 y 2014.

Tengamos en cuenta que el caso “Lava Jato” tiene implicancias muy serias y es urgente que esta vez sí se haga un trabajo serio. Para muestra tenemos un botón: el dinero depositado en una empresa de Josef Maiman, el amigo de Alejandro Toledo que según ha dicho el propio expresidente le prestó dinero para comprar una casa a nombre de su suegra en Las Casuarinas y una oficina, así como para cancelar las hipotecas de sus propiedades de Camacho y Punta Sal.

Es verdad que una comisión del Congreso se presta a la filtración de información, al uso de la misma según los intereses de quien la difunda, al figuretismo de algunos de sus miembros y demás. Pero es lo que hay y no se le puede negar al Poder Legislativo su función de investigar, aunque no guste a algunos. Sin embargo, en medio de todo, es necesario seriedad y eficiencia, para que la cosa no acabe como la célebre “megacomisión” de Sergio Tejada.

Estamos en una investigación de “ligas mayores” y el país exige resultados, tanto al Ejecutivo y al sistema de justicia como al Congreso, que se ha comprado el pleito al poner en marcha esta comisión. El Legislativo tiene una gran oportunidad para demostrar que cuando se lo propone puede llegar al fondo del asunto. Si no es así, todo será más de lo mismo y los peruanos tendremos todo el derecho de pensar que acá algo muy sucio y pestilente se está ocultando.

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