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Le echamos toda la culpa a la autoridad por la basura en las calles, pero no reconocemos que algunos ciudadanos también son responsables de esta sucia realidad. Ayer, por ejemplo, vi que de una camioneta de estreno salía una mano para botar un papel; entonces, pienso que la gente tiene plata para vehículos, pero no para educación, civismo y menos respeto.

Cuando la gente ensucia las pistas y las veredas, así como los ríos, las playas, los parques y los jardines, le falta el respeto hacia los demás. Lamentablemente, algunos ciudadanos solo miran y no hacen nada, para evitar que el faltoso o la faltosa les responda con mala cara -y la boca llena de chocho-: “¡la calle es pública!”. Sí, por eso hay que cuidarla todos.

¿Quién no se ha topado con las imágenes de personas orinando en la pared o con la puerta abierta de un taxi? Si todavía no les ha pasado, no se impacienten, ya les llegará el turno. Tenemos campeones escribiendo sus nombres en las pistas porque desde niños fueron sus padres quienes les bajaron el pantalón o subieron la falda para miccionar.

Ahora que está de moda el perrito en casa, ciertas calles están bautizadas con heces y pichi. ¿Y la bolsita para llevar los desechos? Esa educación no viene en el manual de la mascota, así que en el hogar tampoco te van a dar la correa con tu plástico de Plaza Vea o Tottus para que vayas llenándola con las sorpresas de tu animalito.

A propósito de los supermercados, alrededor de estos empezaron los ambulantes a tomar su posición. Venden los choclos, los anticuchos, las papas rellenas, los picarones y otros dulces, bien higiénicos, en su bolsita, para que el casero no se ensucie las manos y deje la misma en los botaderos que se acaban de pelar los cachivacheros.

Hace poco vi un letrero donde se leía: “Prohibido arrojar basura, bajo pena de multa”, y debajo de este, un montículo de inmundicia. ¿A cuántos han sancionado por dejar su bolsa con desperdicios? ¿Quién le tira dedo al vecino porcino? ¿También tiene la culpa la autoridad? Seamos más coherentes, que hasta la conciencia anda sucia.