GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

A diferencia de Fuerza Popular, el APRA o APP, cuyas bancadas se alejaron de los diversos problemas de las regiones, el presidente Martín Vizcarra fue más astuto: bajó al llano gracias al manejo del presupuesto para las obras de reconstrucción y otras de inversión pública. Una jugada política que la oposición no le prestó mucha atención.

Distinto hubiera sido si los gobiernos regionales y las municipalidades estuvieran apoyando al Congreso. Este poder del Estado nunca escuchó a las provincias, salvo por intereses personales de algunos legisladores, que ofrecían ampliaciones del presupuesto. Pero, más que una gestión, era una extorsión.

Lo pudo haber hecho Pedro Pablo Kuczynski cuando se vio disminuida su capacidad de formar una bancada que lo blinde en el Parlamento. Se lo habían recomendado, pero prefirió el diálogo, esperar que a Fuerza Popular se le bajen los caballos. Esto nunca ocurrió y terminó por dimitir de manera vergonzosa.

Vizcarra, cuya conexión con provincia data de su gestión en Moquegua, aprovechó este capital político ninguneado por la oposición. Comenzó a hacer más frecuentes los Gore Ejecutivo, citas donde los gobernadores regionales tenían contacto directo con el jefe de Estado y sus ministros.

Por el contrario, un Parlamento más enfocado en obstruir las reformas de Vizcarra que en legislar solo halló el repudio de las autoridades locales y de la ciudadanía. Hoy cosechan temblores. Tanto los gobiernos regionales como las municipalidades se han pronunciado a favor del Presidente.

Eso sí, el dinero otorgado a los gobiernos subnacionales debe ser escrutado con mayor rigor. No vaya a ser que algunas autoridades pasen de extorsionados a extorsionadores. Se concluye que lo queda del Congreso, o sea, la Comisión Permanente, es una isla formada por su obstinación de destruir todo a su paso.