Nada detiene la crisis política y económica que nos agobia. Superada la vacancia de Pedro Castillo por no alcanzar el número de votos, en un episodio que no agota su posibilidad, le sigue la caída de uno de los ministros más cuestionados, el de Salud, Hernán Condori.
Ya van dos mociones de vacancia y 32 ministros que cayeron en menos de un año de gobierno. Las turbulencias y cuestionamientos son de fondo y no se trata solo de discursos en el hemiciclo congresal, las calles tienen sus propios sentimientos contra el desempleo y la carestía que se traducen en hambre. Ahí están quienes quitan y dan poder, los que comienzan a rebelarse con indignación y rabia, con decepción porque el hijo esperado en Palacio no responde como esperaban. Aumenta la desconfianza, el temor y las angustias, aunque la demagogia no quiera verlo. La estabilidad política depende de las calles. No importa que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se preocupe por la vacancia promovida seis veces desde diciembre de 2017 ni que hayamos tenido cinco presidentes y tres parlamentos desde el 2016, interesa el presente que debe ser tomado en serio por el gobierno. No solo inquietan los indicios de corrupción en torno al Presidente, están sobre todo las penas económicas y de supervivencia, agravadas por la huelga de transportistas y agricultores en varias regiones, con consecuencias imprevisibles en el desabastecimiento. Y la salud afectada que indefectiblemente acompaña la crisis multiforme que exige el mejor profesional posible en esta área clave. Pedro Castillo sigue designando a gente poco adecuada en cargos fundamentales. Condori fue rechazado desde su nombramiento por el Colegio Médico y otras instituciones, pero la incomprensible insistencia en el error caracteriza la precariedad. 71 votos por la censura han sido la respuesta. Hasta en la bancada de Perú Libre hubo seis abstenciones, una señal que Castillo está obligado a atender.