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Vamos a elegir gobierno a partir de propuestas y capacidades, pero la atención se centra en la mejor pulla y en cómo fue respondida, en la ambición de poder y quien la exhibe mejor, en la actitud, las ganas, la forma aunque ella implique que se atropelle, se mienta o se improvise. Lo que no se debate es lo moral, lo que no se dice es que estamos ante una decisión que podría liquidar la democracia y regresar al país a la dictadura que rechazamos por sus violaciones de derechos humanos y su corrupción generalizada. Seguramente no es la democracia que soñamos, pero es la que tenemos y debemos perfeccionarla ligándola con la ética y los principios. Pero estamos haciendo el camino inverso decidiendo a favor de quien encarna ese fujimorato que creímos haber dejado atrás. Y ahora nuevamente en pie de lucha y de resistencia vemos que muchos de nuestros soldados de entonces han cedido a los cantos de sirena que prometen un neofujimorismo. Creyendo en un cambio mil veces proclamado pero inexistente. Tiene razón Gustavo Gorriti cuando aconseja a Kuczynski plantear, con energía, con indignada pasión, este domingo, que el Perú está ante la elección más importante desde el 2000 porque confronta democracia y dictadura. Se juega el destino nacional y le toca a PPK retratar la naturaleza real de la candidatura de Fujimori. Hasta ahora le ha faltado contundencia y le han sobrado reparos para poner la discusión en el sentido moral donde Fujimori definitivamente hace agua. 

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