El politólogo estadounidense y profesor de la Universidad de Harvard, Samuel Huntington, decía que una de las causas para la inestabilidad social y política en los países en vías de desarrollo era “que la expectativa de la población crecía a más velocidad que la capacidad de cualquier gobierno para satisfacerlas”. En ese sentido, Moisés Naím, en su libro “El fin del poder”, explicaba que “el poder se está degradando porque ya no es el que era”. Precisaba que en el SigloXXI “el poder es más fácil de adquirir, más difícil de utilizar y más fácil de perder”.

Esto es lo que ocurre hoy en nuestro país. La impaciencia de la gente para que se resuelvan sus problemas no tiene una respuesta rápida del Gobierno de Pedro Castillo. Una de las causas es que no tienen un buen equipo. Su gabinete ministerial es improvisado e incapaz y no ha podido darle coherencia a sus promesas.

Si bien es cierto, la mayoría del Congreso dio el voto de investidura al equipo ministerial encabezado por Guido Bellido, es pertinente precisar que la confianza tuvo una clara connotación de concesión al extremismo y al populismo. Ha sido un error confiar en ministros que denostaron, rechazaron e intentaron privarnos de un sistema democrático, que ahora dicen defender. A esto se agrega que la mayoría de congresistas de Perú Libre han hecho gala de reproches, afanes revanchistas y ataques contra sus adversarios y hagan oídos sordos a las demandas de la oposición. ¿Cómo así entonces esperar que las otras fuerzas políticas participen en la tarea nacional de ponerle el hombro al país, tal como lo pidió el presidente del Consejo de Ministros? Así será muy difícil pasar de un foco de confrontación al de una acción colectiva.