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Lo peor de la caída de la aprobación de la gestión del presidente Pedro Pablo Kuczynski de 23 a 19 por ciento en un mes, según encuesta de Ipsos publicada ayer por El Comercio, es que pareciera que el Mandatario, a año y medio del inicio de su gobierno, no cuenta con los reflejos necesarios para revertir esa realidad, lo que se suma a su delicada situación por sus nexos con Odebrecht.

Por un lado, se ve a un gobernante que no es capaz de asumir el liderazgo que le corresponde ante los problemas políticos del día a día, y que tampoco muestra capacidad de resolver los graves asuntos que aquejan al ciudadano de a pie, lo que comienza a pasar la factura de una población que ve que en poco o nada cambia su vida con un gobierno que ofreció mucho en campaña.

Sin embargo, lo más delicado es que tenemos un presidente con un gran pasivo: sus nexos laborales con Odebrecht, los cuales no ha sabido aclarar por razones que quizá sepamos más adelante. Hasta el momento, el Mandatario no ha sido capaz de salir a decir que está limpio de esta situación, lo que también es percibido por el ciudadano de a pie.

El presidente Kuczynski afronta un grave problema en las calles, esas que debía ganarse para poder enfrentar, a su lado, a la oposición en el Congreso. De estar limpio en el asunto de Odebrecht, el gobernante tendría una gran oportunidad para revertir su desaprobación, pero de no ser así, la situación podría llevar al país a un extremo muy complicado, teniendo en cuenta que hay dos pedidos de vacancia en curso.