Luego de concretar un acuerdo político con Verónika Mendoza y firmar un compromiso “con el pueblo peruano”, Pedro Castillo continúa suavizando su discurso. Por ejemplo, ayer en Pucallpa manifestó que “cualquier voz que aparezca en algún medio queda totalmente desautorizada, el único vocero soy yo”.

Todo hace suponer que las carencias de Castillo las quiere suplir con la complementariedad de Mendoza y para ello el candidato de Perú Libre quiere esconder a Vladimir Cerrón. Parece otra persona el profesor. Del político que lanzaba consignas y frases “duela a quien le duela”, ha pasado a las palabras edulcoradas para congraciarse con los votantes que no están en los extremos.

Puesto que ya es de dominio público que no tiene a mano ningún proyecto constructivo, por precario que fuera, Pedro Castillo ha elegido la compañía de Verónika Mendoza, apostando no solo por sumar a los equipos técnicos de la excandidata sino también por una renovación de imagen para mantenerse vigente. Debe ser porque sabe muy bien lo que no le gusta a los peruanos, pero no tiene la más mínima idea de lo que conviene hacer en esta coyuntura tan complicada del país. Lo que ha hecho es intentar ponerse a salvo de los cuestionamientos y refugiarse en el espacio genérico de los ideales, algo que no resuelve los graves problemas del país.