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La evaluación de los estudiantes de Secundaria en la actualidad se desarrolla de manera sumativa utilizando la escala vigesimal. Sin embargo, eso no sucede en la Educación Inicial y Primaria. El Perú es un país pionero en evaluar los aprendizajes por niveles de logro. En los setenta se evaluaba a los niños de los jardines de infancia usando un check que se colocaba en dos alternativas: logró o no logró los aprendizajes. Pero no era suficiente, porque se observaba que había niños que estaban en proceso. Por ello se determinó en los ochenta un nivel intermedio: “Logro en proceso”. A mediados de los 90, el Minedu implementó la escala de calificación: A (logro satisfactorio), B (en proceso) y C (tiene dificultades). Fue recién a inicios del 2000 que se consideró la nota AD para los alumnos que tenían logro destacado.

Al cabo de dos décadas, podemos decir que en Inicial el sistema se ha consolidado casi al 100%. No así en Primaria, donde todavía hay un sector pequeño de centros que usan números y después los convierten a letras para los documentos oficiales, lo cual debe superarse.

El nuevo Currículo Nacional de la Educación Básica ha ampliado este tipo de evaluación a la Secundaria, que se aplicaría el 2019, lo cual estará bien si se implementa debida y gradualmente. Lo preocupante es que faltando cinco meses para su puesta en marcha no se conoce una consistente estrategia de capacitación a los maestros de este nivel, cómo será su manejo general, o progresivo, y cuáles serán las normas específicas para la selección de los alumnos del tercio superior y los primeros lugares durante y al final de los estudios secundarios. Hay que tener en cuenta que la evaluación cualitativa y descriptiva requiere experticia profesional de los docentes. No es fácil cambiar de un sistema a otro. El Ministerio de Educación tiene la palabra.