No aguardo ninguna expectativa positiva ante la decisión de la fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos, de abrir una investigación preliminar al presidente Pedro Castillo por los sucesos de Puente Tarata III y Petroperú. El procurador Daniel Soria denunció a Castillo por el escándalo de la visita de Karelim López por los presuntos delitos de patrocinio ilegal y tráfico de influencias el 17 de diciembre del año pasado. Es decir, Ávalos se tomó 19 días para tomar una decisión que tenía alarmantes indicios de corrupción.

Otro esquema similar tiene el escándalo de la reunión entre Castillo, Samir Abudayeh, Karelim López y el gerente general de Petroperú Hugo Chavez el 18 de octubre. La fiscal Norah Córdova ingresó a Palacio el 21 de diciembre y realizó una diligencia tortuosa y obstruida por el ánimo culposo de Palacio y ese mismo día informó de los hechos a Zoraida para que se pronuncie conforme a sus atribuciones, es decir, que inicie las investigaciones contra Castillo. Bueno, la fiscal lo hizo 15 días después, casi con la desidia de quien esperaba que se oculten todas las pruebas, se borren los videos y se oculten las conversaciones por Whatssap, que debieron existir y en abundancia.

El ánimo obstruccionista ha sido una constante en estas pesquisas. Bruno Pacheco no quiso entregar su celular a la Fiscalía y luego dio uno nuevo y vacío. Tampoco estuvo en las diligencias de allanamiento por un supuesto Covid. Palacio ha vetado espacios y oficinas a los investigadores y se niega a entregar los videos que podrían mostrar claramente si Castillo, Chávez, Karelim y Abudayeh estuvieron en el mismo Despacho Presidencial como es evidente que ocurrió. Lo que se ha buscado, por el contrario, es intimidar y cuestionar la labor de Córdova con evidentes argumentos políticos.

Por ello, Zoraida Ávalos ha quedado totalmente descalificada para esta pesquisa y lo que hará es someter al país a su juego ideológico, a su estilo de apariencias sin resultados porque es evidente que inició esta investigación por la presión que siente y porque no le quedaba más remedio. No se atreverá a nada más y mucho menos presentará la denuncia constitucional que corresponde ante el Congreso. La farsa de Zoraida buscará que Castillo solo se preserve el mayor tiempo posible en el poder.