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La FIFA está obligada a permitir que Paolo Guerrero vaya a Rusia 2018. Me explico. ¿Cuál es su renovada visión de futuro? “Promover el fútbol, proteger su integridad y acercarlo a todo el mundo”, según descripción oficial.

Está demostrado que nuestro capitán no es falopero y que la sustancia prohibida que apareció en su organismo vino de otras manos, no de las suyas. ¿De qué integridad hablamos entonces si lo último que se contempla es la verdad del jugador, en este caso de Paolo, como ha hecho el TAS?

La justicia es el soporte del fútbol y Gianni Infantino, presidente del ente rector de este deporte y admirador del modelo funcional que aplica Edwin Oviedo en la FPF, tiene que ponerla en práctica si es que, además, pretende refrendar sus principios rectores: “Transparencia, responsabilidad, colaboración e inclusión”.

Infantino debe entender, también, que el consenso mundial es que ya estuvo bueno con los seis meses de castigo iniciales y que Paolo Guerrero, a quien muchos entendidos ponen a la altura del uruguayo Luis Suárez, llevaría a Rusia la cuota de espectáculo que siempre gusta a la FIFA.

Y el detalle final es que Perú será sede del Mundial Sub 17 en 2019 y Guerrero, casi un dios para la hinchada, resultaría un buen pívot para que los estadios nacionales se llenen, más aún si hace un buen campeonato en las tierras de Putin.

O sea, dinero para la FIFA. Recuérdese que el 95% de lo que genera uno de estos eventos entra a sus arcas y el 5% restante al país anfitrión, según Euroméricas, una conocida empresa de marketing deportivo. Así que Infantino, perdona a nuestro 9.