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Conforme avanza el trabajo del Ministerio Público y se van conociendo las delaciones de los funcionarios de empresas corruptoras brasileñas como Odebrecht y OAS con respecto al gobierno de Ollanta Humala y su esposa, va quedando claro que la administración humalista fue una gran estafa para el Perú, pues sus protagonistas llegaron como los refundadores de la política y los dueños de la honestidad, para luego terminar donde hoy los vemos.

De “La honestidad hace la diferencia” y “La Gran Transformación” hoy no queda nada, salvo los allanamientos del Ministerio Público, las putrefactas agendas y un pedido de 26 años de cárcel para Humala y Heredia. En las últimas horas se ha sabido de presuntos pagos irregulares por el Gasoducto del Sur y por ese elefante blanco llamado Centro de Convenciones de Lima, ubicado en la avenida Javier Prado, una de las obras “emblemáticas” del humalismo.

Acá ya no hablamos de “aportes de campaña” ni de “aportes ideológicos” que pueden ser materia de discusión con respecto a su ilegalidad o no, sino de entregas de dinero, dádivas y negociaciones bajo la mesa durante el gobierno humalista (2011-2016). Si es así, se estaría confirmando que la tan famosa “inclusión social” fue de los Humala-Heredia y algunos de sus exfuncionarios y amigos, mas no de millones de peruanos por los que decían trabajar.

No olvidemos que los indicios de plata sucia vienen desde mucho antes de que Humala y su esposa llegaran al poder. Ahí están las consultorías truchas sobre temas capilares y los montos de dinero anotados en las famosas agendas que hacían ver que a los llamados “nacionalistas” no les había caído nada mal entrar en política, incluso si no ganaban las elecciones en el 2011. Por lo visto, desde antes de ese año ya estaban “asegurados”.

Los fiscales y jueces tienen por delante una gran labor en el caso Humala-Heredia, mientras seguramente los contados amigos que les quedan poco a poco se irán alejando hasta casi decir que ni los conocen. Triste final para quienes ofrecieron cambiar la política en el Perú, para terminar siendo unos más entre tantos políticos que viven con un pie en la cárcel. Una verdadera estafa, unos verdaderos ídolos de barro.