Vizcarra y sus corifeos caviares crearon un escenario centralista del debate sobre los problemas nacionales: mientras que él se aprovechaba del gobierno, acusaba al Congreso de obstruirlo y no dejarlo gobernar. Esta misma estrategia fue copiada por Sagasti y por Castillo, centrar el debate nacional en el Poder Ejecutivo y Poder Legislativo. Para algunos esta estrategia permitió a los presidentes ganar algo de “popularidad”, pero la realidad es que trajo un efecto no calculado: todos los gobiernos y mafias subnacionales pasaron desapercibidos del debate nacional y, con ello, se gestó un escenario muy complejo de irresponsabilidad subnacional.
Los gobiernos regionales son los responsables de la educación y salud regional, esos sectores que mantienen a millones de peruanos estudiando en colegios sin baño y que tienen decenas de hospitales sin culminar por la corrupción. Por su parte, las municipalidades son las principales ejecutoras de obras de agua potable y mejoramiento de caminos a nivel nacional, pero seguimos con millones de peruanos sin acceso a agua y tenemos a agricultores sufriendo por acceder al mercado con vías destrozadas.
Es hora de asumir responsabilidades y de señalarlas claramente. ¿Quiere saber Puno, Apurímac, Arequipa o Cusco quién es el responsable de la falta de escuelas y que no tengan salud de calidad? Sus gobiernos regionales. ¿Quiere saber Juliaca, Andahuaylas, Chala o Espinar quién es el responsable de la falta de agua, puentes y caminos? Sus propios municipios. Los gobiernos subnacionales se han convertido en agencias de empleo y han sido tomados por las mafias. Manejan miles de millones, año a año, pero nadie parece exigirles nada, al contrario, parece que aquí no pasa nada.