Ya son tres semanas de constantes operativos que se realizan en Arequipa para cerrar y clausurar locales nocturnos en varias zonas del Cercado como en distritos. Es una “guerra” entre personal de la Municipalidad Provincial y los propietarios de estos establecimientos, que dan “trabajo” al menos a medio millar de personas, si no es más.

Un día se informa del cierre de locales y por otro lado se conoce que siguen atendiendo a puerta cerrada.

Incluso motivó una marcha de protesta de los “afectados”, que llegaron hasta las puertas de la comuna de Arequipa pidiendo una reconsideración.

Parte de la población, en especial la que vive cerca de estos lugares, respalda la medida; sin embargo, otro sector considera que es momento de afrontar el tema con propuestas y no solo con acciones de fuerza.

Los representantes de estos establecimientos insisten en la posibilidad de instalar una “zona de tolerancia” en Arequipa, propuesta con más de tres décadas y que ahora las autoridades ediles deberían de considerar, con seriedad y sin hipocresía.

El asunto es sensible, pero no tanto como lo fue en la última década del siglo pasado, donde el planteamiento fue archivado ante la presión de un sector conservador de la dispareja sociedad arequipeña. ¿Quién le pone el cascabel al gato?