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Recién está por acabar el quinto mes del año y las cifras no son nada alentadoras en el sector minero en cuanto a seguridad laboral. La cifra de trabajadores fallecidos se acerca al medio centenar y puede que el número aumente si se persiste en la informalidad que reina en dicha actividad extractiva, especialmente en labores donde la reglamentación y medidas de seguridad no existen, salvo el interés de lucrar, sobre todo con el preciado oro.

El accidente del viernes último registrado en la mina Gavilán de Oro, en el centro poblado de La Rinconada, provincia de San Antonio de Putina (Puno), y que cobró la vida de cinco obreros, es lamentable y triste, situación que obliga a las autoridades del sector a insistir en constantes inspecciones de seguridad que permitan salvaguardar la integridad de los trabajadores, quienes en algunas ocasiones desarrollan labores sin la implementación adecuada para el caso.

En días pasados, otras 10 personas fallecieron en la zona de La Rinconada por la disputa de minas informales, donde la explotación de personas llega a extremos y la vida no vale nada. Además, en varios asentamientos mineros en el valle de Ocoña al menos 10 personas también perecieron en accidentes laborales.

A estas desgracias se suma la del pasado 30 de marzo en La Libertad, donde ocho mineros murieron asfixiados en una mina artesanal ubicada en el cerro El Toro, en Huamachuco.

Luchar contra la informalidad existente en la pequeña y mediana minería es responsabilidad de las oficinas especiales del Ministerio de Energía y Minas, y en eso hay que insistir para disminuir el número de víctimas en los socavones.