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La disolución del Congreso a manos del presidente Martín Vizcarra nos introduce en una etapa de incertidumbre política y económica, pues se nos viene un proceso electoral que nos dará un Poder Legislativo de apenas un año y medio de vigencia,en que la izquierda aliada de Nicolás Maduro y experta en bloquear el crecimiento del país podría salir muy bien parada y manejar el Parlamento para conducir al Perú por los caminos que ellos gusten.

Hoy la izquierda está envalentonada. Logró frustrar el proyecto cuprífero Tía María a punta de marchas y bloqueos de vías, y hoy se siente la responsable del cierre del Congreso y el haber logrado que personajes impresentables para todos y que se desprestigiaban por sí solos hayan sido enviados a su casa. Están felices saltando –literalmente– en las calles, y la gente los aplaude. Son vistos por muchos como los autores de la disolución del fujimorismo.

Si esto se traduce en votos, en el siguiente Congreso podríamos ver a los amigos del chavismo y a los que pontifican en materia de lucha contra la corrupción, pese a su pasado humalista y villaranista, al mando de un Poder Legislativo y con capacidad hasta para cambiar la Constitución, especialmente el capítulo económico, que es el sueño dorado de Verónika Mendoza, Gregorio Santos, Marco Arana, Elmer Cáceres Llica, Vladimir Cerrón, Walter Aduviri y otros.

Tengamos en cuenta que esta izquierda no tiene nada de moderna ni ha sido capaz de asumir errores del pasado. La que vemos en el Perú en plena vigencia es de ideas cavernarias y fracasadas. Sigue creyendo en el “Estado empresario”, que también le gusta al premier Vicente Zeballos, hace guiños a grupos terroristas, persigue a militares y policías, odia la inversión privada, cree que todo se soluciona con marchas, bulla y bloqueos antes que con argumentos, y hasta es xenófoba.

La disolución del Congreso, más allá de su legalidad o ilegalidad, podría convertirse en el disparo capaz de llevarnos por un túnel muy oscuro en materia política, económica y también democrática. La neutralización del rechazado fujimorismo que tanto gusta a muchos hoy podría venir con un gran hueso en medio, especialmente en un país donde se suele votar irresponsablemente y más con el hígado que con la cabeza. Cuidado.