Con bombos y platillos la congresista Marisa Glave ha anunciado la creación del movimiento Nuevo Perú como una nueva agrupación de izquierda, lo cual está muy bien, pues en este mismo espacio he dicho una y otra vez que en toda democracia es necesario que exista una alternativa de esa tendencia, aunque en lo personal me parece que sus propuestas, de ser llevadas a la práctica, arrastrarían a cualquier país al fracaso, tal como se ha demostrado hasta el cansancio.

Sin embargo, para que la izquierda en el Perú sea al menos digerible y vista como algo viable, debería marcar una radical distancia de las taras que arrastra desde tiempos jurásicos, como son sus propuestas económicas estatistas y desfasadas; su negativa a condenar la brutal dictadura que castiga a Venezuela, que financia partidos como el español Podemos; su tímida postura ante el terrorismo; y, ahora último, su silencio ante el escándalo de las coimas de Odebrecht.

No puede haber una izquierda seria si sigue acogiendo a terroristas o defensores de estos asesinos. Tampoco lo puede ser si insiste en crear empresas públicas cuando estas ya han demostrado su histórica ineficiencia y alto grado de corrupción. De igual forma, no puede seguir siendo cómplice de las brutalidades de Nicolás Maduro ni permanecer sin aclarar la participación de Verónika Mendoza en el caso de las escandalosas agendas de Nadine Heredia. ¿Ya lo olvidaron?

Sobre las coimas de las empresas brasileñas, bueno sería que Nuevo Perú, la flamante agrupación que ha salido a recolectar firmas para su inscripción, se pronuncie con la misma energía con que lo hace ante presuntos actos de corrupción cometidos por sus rivales políticos. ¿Quizá una marcha?, ¿un lavado de banderas? Por ejemplo, ¿qué dicen Glave y compañía ante el hecho de que el escándalo implique a la gestión de la exalcaldesa de Lima Susana Villarán?

Nuevo Perú será más de lo mismo si quienes integran esta agrupación siguen sin deslindar con un pasado dudoso y posturas harto cuestionables. Eso de que “soy honesto e intachable porque soy socialista” y “lucho por la justicia social” ya suena a burla y a tiempos en que había gente ingenua que les creía a ojos cerrados, porque así es el Perú. Una nueva izquierda tiene que marcar distancia con lo visto hasta ahora si es que quiere proceder con seriedad.

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