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El alcalde de nuestra capital es conocido como el “Mudo” no solo por su falta de locuacidad y estilo esquivo, sino también por las maniobras legales y artimañas políticas que usa para evitar responder sobre los presupuestos que viene ejecutando y el manejo de los fondos públicos municipales. Este no es un tema nuevo. Siempre encuentra alguna justificación para evitar atender esas preguntas que, aunque incómodas, no dejan de ser legales y necesarias. Algunas veces se escuda en su aprobación y otras en la victimización, pero, sin importar que la primera le sonría o los cuestionamientos provengan de la oposición, no dejan de ser coartadas para evitar cumplir con dos mandamientos básicos en gestión pública: transparencia y rendición de cuentas.

Son varios los asuntos que se mantienen en las tinieblas de la desinformación y que los limeños quisiéramos conocer. Aunque en su totalidad son cuestiones que podrían ser respondidas fácil y rápido, del alcalde solo se recibe evasión y silencio, sembrando con ello dudas y suspicacias que, en beneficio de la confianza que deberían construir nuestras autoridades, sería bueno evitar y erradicar. Si todo está bien encaminado y no hay de qué preocuparse, ¿por qué el mutismo y la desconfianza?

Frente a este silencio, se ha iniciado una recolección de firmas para que el alcalde Castañeda, de una vez por todas, rinda cuentas sobre el uso de los recursos públicos y los proyectos en ejecución. No es un trámite para revocarlo ni dificultar su trabajo, sino simplemente para que cumpla la ley. Aunque suene increíble, a eso hemos tenido que llegar los limeños para saber de verdad cómo se encuentra nuestra municipalidad. Esperemos que con esto -ahora sí- el alcalde se deje escuchar.

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