A diferencia de los europeos, unidos por el comercio, a Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, miembros de la Comunidad Andina de Naciones - CAN, nos unen los Andes; sí, la imponente cordillera pegada al Pacífico -la cadena continental más larga del planeta (8,500 m)- sobre cuyas faldas, se erigieron nuestros pueblos desde los tiempos precolombinos, dedicados a las tareas agrícolas, principalmente, y bajo el manto del ayni, el verdadero símbolo de la reciprocidad andina, fundado en el sentido comunitario y de solidaridad, y por el que fueron con creces -es su autoría ancestral-, precursores del colectivismo y del cooperativismo en la historia económica universal.

Sin que se pusieran de acuerdo, la Patria Andina, entonces, fue forjándose por nuestras sociedades iniciales -arawuak, mapuches, timotocuicas, kollas, incas, wayuu, yanomani, etc.,-, al mirar hacia la tierra su conexión perfecta con la naturaleza, base de la cosmovisión andina, y por eso fueron felices como ahora, faenando en los mágicos andenes, el mayor registro antropológico de una práctica comunitaria.

Los Andes también comprenden a Chile y Argentina -son la frontera natural y el Cristo de los Andes, levantado en el paso de Uspallata, así lo recuerda-, y por eso, Chile junto a Venezuela, deberían volver a la CAN, y Argentina, ingresar al bloque, pues la cualidad geopolítica de sus territorios, es su derecho intrínseco desde los tiempos del Tahuantinsuyo, que los incluyó en sus más de 2,5 millones de km². Pero la Patria Andina también se hizo con el virreinato.

En efecto, hoy, en que somos 111,65 millones de habitantes, y con Chile, que integra el estratégico Parlamento Andino, superamos los 130,77 millones, nos reconocemos por encima de ideologías, en el sincretismo del proceso histórico que nos hizo una sociedad mestiza por antonomasia, unida para conseguir justicia sin renegar -esa fue la lección de José Gabriel Condorcanqui y de José Antonio Galán-, produciendo el desencadenamiento de España, que fue obra de criollos, mestizos, indígenas y negros.

La soñada integración de San Martín, Bolívar, Sucre, Olmedo, O´Higgins, etc., ha comenzado por el reciente histórico Estatuto Migratorio Andino que allana el imaginario de la Patria Andina, pues los ciudadanos de la CAN, ahora sin diferenciarse y confundiéndose, transitan por los Andes sin fronteras.