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Pongamos mucha atención en la situación en que se encuentra el Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú, que atraviesa una delicada situación no tanto por ausencia de recursos, sino por serios problemas en su gestión, al extremo que pese a sus carencias, conocidas por todos, en lo que va del año apenas ha ejecutado el 36% de su presupuesto.

Tengamos en cuenta que nuestro país se encuentra en una zona altamente sísmica y que los expertos han advertido de las altas posibilidades de que en cualquier momento se produzca un devastador terremoto en la costa central del Perú. Frente a esta situación, la primera reacción ante la emergencia tendría que venir de parte de los bomberos, que hoy difícilmente podrían cumplir con su valiosa misión.

No podemos tener bomberos con unidades con más de 30 años de antigüedad, con trajes rotos, con mangueras que pierden agua, con equipos de oxígeno que funcionan de manera ineficiente y sin una adecuada cobertura médica en caso los voluntarios sufran lesiones durante su desempeño. Un país con riesgo de un devastador sismo no puede ser tan irresponsable.

Es urgente darle mayor atención a la administración que hoy está a cargo de los bomberos. Por actos de corrupción o ineptitud, los peruanos no podemos estar bajo el riesgo de sufrir los efectos de no ver atendidas las emergencias de toda una ciudad o varias en un mismo momento, especialmente cuando existen recursos y el problema es que no hay una buena gestión para usarlos bien.